domingo, 9 de octubre de 2011

Para reflexionar...

El valor de una sonrisa

No cuesta nada pero vale mucho.
Enriquece al que la recibe, sin empobrecer al que la da.
Se realiza en un instante y su memoria perdura para siempre.
Nadie es tan rico que pueda prescindir de ella, ni tan pobre que no pueda darla.
Crea alegría en casa; fomenta buena voluntad y es la marca de la amistad.
Es descanso para el aburrido, aliento para el descorazonado, sol para el triste y recuerdo para el turbado.
Y, con todo, no puede ser comprada, mendigada, robada, porque no existe hasta que se da.

Nadie necesita tanto una sonrisa, como las que no tienen una para dar a los demás.
 
San Alberto Hurtado

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